Gotas de sangre
de odio, de amor, de decepción, de pasión
que se mezclan y diluyen con las lágrimas
aquellas que en indiferentes ocasiones
derramé por ti.

Juré no volver a llorar por ti
y veme ahora estoy sangrando
he roto la promesa que me hice
finalmente y como siempre no ha valido la pena.

Anhele siempre la serenidad con la que hieres
pero sólo porque la veía desde fuera
ahora parece que la misma frialdad que admiraba
hiere mi ser y congela mi alma.

Si el pecado fue quererte sólo para mí
soy culpable sin duda alguna
si ayer deseé tu cuerpo y tu alma
hoy sólo deseo tu indiferencia.

Y si algún día nuestros caminos se vuelven a encontrar
ya no tendré que fingir que te quise
demostraré la frialdad que habrán alimentado los años
y ojala que no tengas arrepentimientos.

Pues si a pulso ganaste mi desprecio
ahora gózalo pues es obra
de tu continua perseverancia.