02 June 2006

En el obscuro silencio
sus alientos se entrelazaron
aún antes que sus cuerpos
mezclándose, acariciándose
regresando a sus cuerpos
impregnados de la esencia del otro
obligándolos a continuar
el exquisito ritual de Eros.

Devorando detalles avanzan
sólo para regresar
y confirmar el palpitante sabor
de la lujuria en sus bocas.

Ya no besan sólo cuerpos
y el aliento deja de ser aire
para convertirse en universo.

El brillo de sus ojos se convierte
en parpadeante faro que los guía
uno hacia el otro
un aviso vano
el fin, es dejar que sus cuerpos
se estrellen en el arrecife
de su inexorable pasión.

Uno oliendo su reencarnación
en el cabello del otro,
el otro tocando el cielo
en la vastedad de uno
dejándose llevar en ese vaivén
de humores, sabores
sensaciones.

Llevando el ritmo del universo
a exuberantes magnitudes
en su amor la tierra se preña
el aire rosa
el fuego arde con furores espirituales
el agua en su humedad se regocija.

Hasta que los sentidos, cuerpos y universo
chocan en una mágica explosión
celebrando el milagro mismo de la vida
dejándolos en éxtasis
revelando de lo que realmente
se trata lo divino.

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